Vuelvo al blog con la segunda parte de una serie de entradas destinadas a presentar la situación profesional, los intereses y el día a día de mis (ex)compañeros de facultad. Todos ellos empezaron a estudiar el mismo año que yo, uno antes, o uno después, pero en los últimos años han ido desarrollando caminos y perfiles diferentes. En la primera hablé con tres de ellos, y en esta ocasión vuelvo para presentaros a tres más. Espero que disfrutéis con sus respuestas.
GLÒRIA DOMENECH
@gloriatrad
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Glòria tiene 24 años, y es traductora audiovisual y literaria. Sus lenguas de trabajo son el inglés y el alemán hacia el español y el catalán. Se declara una enamorada del cine y la literatura, pero también le encanta la fotografía, viajar y aprender nuevos idiomas. Como ella misma explica, sus especializaciones no son más que un evidente reflejo de sus pasiones.
Cuando le pregunto por qué decidió estudiar la carrera de traducción e interpretación, explica que fue casi amor a primera vista: «Solo recuerdo que al conocer que existía la carrera de traducción, supe que era lo que quería hacer. Durante mi época universitaria fui muy feliz al constatar que había escogido la carrera que me gustaba y la profesión a la cual quería dedicarme plenamente, ¡convicción que espero no abandonar nunca!» A pesar de eso, afirma que, igual que otros compañeros, experimentó «lo que es ser “escupido” del mundo universitario al mundo profesional con más ilusión que orientación y en un contexto de crisis económica. Entonces fue cuando me di cuenta de qué tener una licenciatura en Traducción e Interpretación no es la panacea.» Fue en ese momento de vacilación cuando vio la necesidad de realizar un máster, en gran parte para especializarse «puesto que en la carrera se da un repaso general a muchos ámbitos, y (tengo que confesarlo) por miedo al vacío.» Esto es un sentimiento mucho más generalizado del que nos gustaría creer y que, dejando los debates éticos y profesionales de lado, en ocasiones uno mismo duda si se trata de la decisión correcta llevada a cabo por los motivos correctos (esta es la opinión del que escribe). No obstante, Glòria se lanzó: «Hice el Máster Oficial de Traducción, Interpretación y Estudios Interculturales de la Universitat Autònoma de Barcelona, especializado en traducción audiovisual y traducción literaria. Os puedo decir de este máster que puede ser muy útil si procedéis de otros ámbitos y queréis adentraros en el mundo de la traducción, pero en mi caso, considero que no fue una elección acertada: presentaciones superficiales y teóricas de muchos temas en los que yo querría haber profundizado y repetición de conceptos ya asimilados durante la carrera de traducción. Conclusión: visto mi gran interés por la traducción audiovisual si fuera a escoger ahora optaría por un máster en traducción audiovisual.» Y añade: «Un traductor no puede dejar nunca de aprender y, por eso, me apunto a cursos constantemente para enriquecerme como profesional y para no perder el vínculo estrecho con mi profesión, aunque a veces, entre encargo y encargo puedo pasar algún tiempo más centrada en la docencia.»
Como Glòria es de los que, como yo, cree que la formación continuada y las ganas de aprender y mejorar son los principales motivos para crecer como profesional, sus ganas de seguir mejorando no quedaron ahí: «Acabo de terminar el curso de Traducción audiovisual de guiones para cine y TV (EN>ES) impartido por Trágora Formación y he podido poner en práctica mis conocimientos y ver de cerca los entresijos de la traducción para doblaje y voice over, de modo ahora sé que puedo enfrentarme a un encargo de este tipo sin problemas.»
Con un ramalazo digno de Jose Luis Perales, le pregunto eso de “¿Y quién es él? ¿A qué dedica el tiempo libre?”, aunque cambiando él por ella, y tiempo libre por horas de trabajo. «Actualmente compagino mi trabajo de traductora autónoma con la docencia de inglés y alemán en un centro examinador oficial de la Universidad de Cambridge, por aquello de diversificarse y no poner todos los huevos en la misma cesta. Últimamente he realizado varios encargos de subtitulación de películas y documentales al español y al catalán para un estudio de doblaje y también traducciones literarias del inglés y del alemán.» (N. d. T. Viendo lo ocupada que está, y el empeño que pone a todos sus trabajos, igual hubiera sido más fácil volver a la frase inicial y preguntarle a qué dedica el tiempo libre.) Esta energía y pasión por lo que hace, evidentemente, tienen una motivación muy clara. «Mi objetivo no a muy largo plazo es poder afianzar una cartera de clientes para dedicarme enteramente a la traducción por cuenta propia combinando encargos de traducción audiovisual y traducción literaria.»
Antes de acabar, le pregunto sobre su opinión sobre la necesidad de formar parte de una asociación profesional. Aunque ya conozco la respuesta (puesto que Glòria y yo somos oficialmente «el duo dinámico de las charlas de traducción), responde: «Recomiendo encarecidamente formar parte de alguna porque, en un trabajo tan individualista y con lo solitaria que puede llegar a ser la jornada laboral de un traductor autónomo, intercambiar ideas, consultas, dudas, recomendaciones, etc. entre colegas de profesión supone un gran pilar de soporte moral para el traductor autónomo. En mi caso, hace dos años que soy socia de APTIC y, aunque debido a mi jornada laboral y a mi lugar de residencia puedo asistir a pocos de sus actos, me compensa el hecho de saber que formo parte de un colectivo de profesionales de mi sector. Además, algunos de los encargos que he realizado me han surgido gracias a aparecer en la base de datos de traductores de APTIC.»
GEMMA BELTRAN
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Gemma tiene 25 años y nació en Barcelona, aunque actualmente vive en Vilanova i la Geltrú. Siempre supo que quería ser traductora o intérprete, y confiesa que su sueño, «evidentemente, era el de llegar a las Naciones Unidas». Enamorada de la lengua y la cultura árabes, de viajar, leer y traducir, actualmente está empezando su andadura como autónoma, tras algunas experiencias como traductora en plantilla.
Ahondando un poco más en sus motivaciones para dedicarse a esta profesión, Gemma cuenta: «Siempre había soñado con ser intérprete y de hecho mi intención era estudiar un máster de Interpretación de Conferencias. Pero también quería tener alguna experiencia laboral antes de volver a enfrascarme con un máster complicadísimo, así que fui buscando prácticas de traducción que luego se enlazaron con un trabajo también de traductora.» Y resalta que se ha dado cuenta de que «las cosas van saliendo aunque tú hayas previsto un desarrollo de los acontecimientos completamente diferente.»
«Con la idea de las instituciones internacionales y poder trabajar en ellas» decidió estudiar a distancia el máster de Traducción Profesional e Institucional de la Universidad de Valladolid. «Sobre el papel es un máster muy interesante ya que tiene un montón de horas de traducción especializada (jurídica, médica, técnica y audiovisual), además de traducción institucional. Sin embargo, para mi gusto es un máster demasiado general (había clases de Lingüística, o de introducción a las herramientas TAO, que a cualquier traductor que hubiera pasado por una facultad de TeI le hubieran parecido meros déjà-vus.)» Hablando de los elementos positivos, sin embargo, destaca que «nos visitaron varios traductores de la Comisión, del Parlamento Europeos que nos dieron charlas muy interesantes y además pudimos visitar el Centro de Traducción de los Organismos de la Unión Europea en Luxemburgo y también visitar la DGT en abril del año pasado.»
Actualmente es traductora e intérprete autónoma. Hasta hace poco trabajaba como asistente de dirección e intérprete de enlace para una empresa turca de materiales de construcción, «pero necesitaba un cambio y decidí probar suerte trabajando por mi cuenta».
Como el tiempo es oro, y Gemma sabe cómo aprovecharlo, durante la carrera pasó «Durante la carrera pasé un año en Burdeos y seis meses en Beirut», experiencias que recomienda al 100 %. «He pensado muchas veces en marcharme del país o incluso he contemplado la opción de instalarme en otra zona de España, he enviado varios currículums al extranjero y he pasado algunas selecciones pero de momento, mi máxima es: “si puedo encontrar trabajo aquí, no quiero irme a otra parte.” Si la cosa va a peor, volveré a pensármelo.»
Cuando le pregunto sobre la infame cuestión de las buenas y malas decisiones, Gemma lo tiene claro: «Hablar de buenas o malas decisiones no me gusta porque considero que todo tiene un sentido, y si no lo tiene, intento buscárselo para no amargarme la vida. La verdad es que a día de hoy diría que estudiar el máster no fue “la panacea del mundo mundial” pero también tuvo sus cosas buenas. Y de algún trabajo que me ha desagradado más que otro he aprendido valiosas lecciones como por ejemplo, saber lo que NO me gusta para poder reconducir mi vida profesional hacía aquello que SÍ me gusta.»
Y sobre la importancia de asociarse, por aquello del asóciate y vencerás (era así, ¿verdad?) Gemma, que es socia de APTIC desde 2011, afirma que está muy contenta de serlo: «Ofrecen muchísima formación, charlas y cursos muy interesantes, lista de distribución… en definitiva, para mí es una forma de estar al corriente de la profesión y una forma buenísima de colaboración y contacto. »
HELENA FRANCO
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Helena tiene 24 años y nació en Barcelona, es licenciada en Traducción e Interpretación y graduada profesional en música. «Soy traductora autónoma e intento hacerme un lugar en el mundo de la traducción con mi proyecto personal Tradulecto. Me interesa especialmente la traducción en el ámbito musical y didáctico, y en el ámbito publicitario-empresarial. También me entusiasma viajar, por lo que me apasiona traducir textos turísticos y gastronómicos.»
Helena terminó su licenciatura en junio de 2012, después de estar seis meses de prácticas en una agencia de traducción de Barcelona. «En ese momento quedó vacante un puesto como Gestora de Proyectos que me ofrecieron y que cogí sin pensármelo ni un momento. Fue la decisión más sabia que he tomado, aunque por aquél entonces ya era consciente que en ese puesto no iba a traducir mucho.» Fue precisamente como gestora de proyectos cuando aprendió casi todo lo que sabe sobre el mundo de la traducción: «nuevas tecnologías, herramientas TAO, otras herramientas terminológicas y de ayuda al traductor, habilidades de ventas y atención al público, además de un sinfín de capacidades que adquirí gracias a ese puesto, al que estoy terriblemente agradecida». Y añade: «Fue mucho más instructivo que cualquier máster, que no pude hacer por falta de tiempo. Ahora me planteo hacer alguno en un futuro, pero la verdad es que no estoy segura de en qué quiero especializarme y, si algo he aprendido, es que igual que el hábito no hace al monje, un máster tampoco».
Pero los caminos inescrutables del destino aún le tenían alguna que otra sorpresa: «En julio de 2013 le surgió una oportunidad en Croacia a mi pareja. Cansada de no traducir y del estrés derivado del cargo, decidí que era un buen momento para un cambio. Fue algo imprevisto, pero significó el inicio de mi proyecto. Por otro lado, la oportunidad de aprender una lengua poco usual apareció. Puede que el serbocroata me abra puertas en un futuro. ¿Quién sabe?» Una vez instalada en una magnífica isla de playas y calles paradisíacas (aquí soy yo, Pau, quien suspira), Helena decidió emprender su «pequeño y modesto proyecto», Tradulecto. «Para ello leí millones de páginas, consejos, etc. Monté mi currículum, mi página web y poco a poco los proyectos han ido surgiendo. Como siempre, uno no pasa de 0 a 100 en un santiamén, pero con constancia y perseverancia, parece que todo da fruto.» Sobre el sistema de trabajo y de vida que supone trabajar como autónomo, Helena, que ha estado a ambos lados del espectro, afirma: «Me gusta trabajar como autónoma, lo prefiero. Pero trabajar en una oficina con compañeros y gente que apoya tus decisiones tiene ventajas y proporciona más seguridad económica (o solía proporcionarla)». Y añade, directa: «La realidad es que como autónoma ni ha sido ni es fácil. Primero están las cuotas de autónomos de España, que al menos para los jóvenes son algo más reducidas (pero siguen siendo más altas que en otros países). Luego, la realidad: uno no llama a tres puertas y se le abre una. La realidad es que hay que llamar a mil puertas para encontrar una entreabierta. Y eso a veces desespera y mina la moral. Pero al final te das cuenta de que el esfuerzo es esfuerzo y acaba dando frutos. Una de las mejores decisiones que he tomado en estos últimos meses ha sido preparar un plan de marketing así…casero (por no decir otra palabra), además de conservar contactos que tenía de mi antiguo trabajo. Hago seguimiento de todo aquello que hago o solicito, de mis candidaturas. Y parece que me ha funcionado.» Por ahora, explica, no ha tomado ninguna mala decisión; «pero sí daría un consejo: hay que estar muy alerta económicamente hablando. La mayoría de los traductores no dominamos a la perfección las finanzas, y no tenemos mucho asesoramiento al trabajar por cuenta propia.»
Por último, le pido su opinión sobre la situación actual del mercado de la traducción. Ella me cuenta que considera que es crítica, pero que cree que tiende a mejorar. «Las empresas grandes empiezan a tomar conciencia de la importancia de una buena traducción y creo que gracias a la formación que se ofrece actualmente a la larga la profesión quedará mejor consolidada.» No obstante, y como apunte final, deja un aviso para navegantes: «Pero actualmente, además del ya conocido intrusismo laboral, sigue habiendo quien ofrece tarifas ridículas y sigue habiendo quienes las aceptan.»
Una vez más, aprovecho para agradecer la voluntad y el tiempo que han dedicado las tres para realizar estas entrevistas. ¡Gracias, chicas!
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